sábado, 20 de abril de 2013

LOS NUEVOS HABITOS DE LECTURA


 
 
 
Las tablets,  hoy en dia una nueva forma que tenemos para adentrarnos en la lectura, ya que por su facil transporte y  la catidad de tiempo que pasamos "pegados" a una computadora, es mas  facil que cualquiera quiera leer, tal vez el mayor incoveniente de estas nueva forma d eleer sea  el como acceder a esta tecnologia, el costo elevado de estos aparatos dificulta que   las personas puedan comprarlo, sin emabrgo la utilidad es mucha, ya que se puede usar para algo  entretenido y productivo al mismo tiempo. Otro de los inconvenientes es que la vista se puede cansar facilmente, o generar algunas molestias por la cantidad de tiempo que pasas frente a ellos. pero para eso debemos ser responsables del tiempo que pasamos leyendo con ellos.
 
Mientras se consigue que la lectura en pantallas sea más amable y  nuestro cerebro se adapta a una lectura continuada en pantallas, acostumbrado como está al papel los datos de lectura de contenidos digitales señalan que esta tendencia va en aumento y, al contrario de lo que se cree, en función del hábito de leer, estudiar y trabajar con el ordenador. La evidencia es la cantidad de tiempo y uso que le dedicamos al ordenador y a la red, tanto en el ámbito universitario como de trabajo. Antes que dispositivos de lectura específicos como el Kindle, Papyre, iPhone, Sony Reader, iPad, etc., a día de hoy casi la mitad de los lectores que adquieren ebooks lo hacen para leer en el ordenador.

Las universidades y bibliotecas no son ajenas a esta tendencia. Por una parte, las bibliotecas están adaptando sus infraestructuras a la digitalización. Por otra, las universidades están ya en el proceso de digitalización de los textos (eTexts), con los que ya trabajan estudiantes y profesores. El observatorio JISC, que se dedica a la investigación del impacto, comportamiento y desarrollo de nuevos modelos de negocio alrededor de los ebooks y libros de texto electrónicos, concluye en su último estudio que el 64,6% de alumnos y profesores de las universidades del Reino Unido en las que han lleva a cabo su investigaciónutilizan libros digitales. Ya en el 2008 el 53% de los estudiantes con contenidos digitales sólo leían en la pantalla del ordenador. Los datos de ese mismo año en nuestro país señalaban que el 51% de los estudiantes optarían “frecuente o muy frecuentemente” por usar versiones electrónicas de los libros antes que versiones impresas, frente al 32% que “a veces” prefieren los libros electrónicos. Sólo un 17 % afirmaba que siempre usaba la versión impresa. En ambos ejemplos, es muy posible que los porcentajes disminuyesen con estudios de humanidades, donde la relación con el libro impreso es otra.

En Francia, un estudio señalaba recientemente que el 48% de los que ya han probado un ebook destaca la comodidad de la lectura como una de las ventajas de este formato. El porcentaje es aún mayor -73%- entre los que ya son lectores habituales de ebooks. Y el interés aumenta a medida que se lee más, es decir, que se es un lector habitual.
 
 
 

 
 
 

Nuevos hábitos.....nuevas formas de expresión.
 

Con estos datos está muy claro que la lectura en pantalla va a ocupar cada vez más el lugar que antes lo hacía el papel. En el ámbito de la prensa escrita ya hemos visto que está siendo así. Determinado tipo de libro o género tardará más tiempo en ser leído en formato digital, y una vez más los bestseller serán –ya lo son- la punta de lanza de los ebooks; el lector de bestsller es el lector mayoritario de libros. Los cambios están tan cerca que ya existen nuevas creaciones, quizá nuevos géneros, que se adecuan a los nuevos soportes de escritura y de lectura. Tanto en lectura online como para libros digitales. La característica que mejor define un texto online es el hipervínculo. La lectura online no es lineal, es más explorativa.

Sobre la lectura online podemos ver diversos ejemplos de cómo un texto puede ser leído de un modo que facilita su comprensión. Un buen ejemplo de ello es la edición online del Finnegans Wake, de James Joyce; un texto de por sí difícil y que en su versión en red favorece una lectura, precisamente, sin distracciones. Otro ejemplo es una edición del Cándido de Voltaire, llevada a cabo por la Biblioteca Pública de Nueva York. Un Cándido 2.0 para la lectura online en el que caben todo tipo de comentarios, aclaraciones, relaciones, etc., siempre y cuando sean pertinentes. Un texto social sobre el que se puede debatir, apuntar, compartir relaciones, pero respetando el texto original del autor. Otra cosa son los nuevos experimentos en los que la obra quede abierta por voluntad de su autor y en colaboración con sus potenciales lectores. En las últimas jornadas de ANELE tuvimos ocasión de escuchar las interesantes propuestas al respecto de Peter Brantley sobre la posibilidad de interacción y la autoría o de Tíscar Lara a propósito de las competencias digitales y el conocimiento abierto, más enfocado a la educación.

Las posibilidades de narración pueden ir más allá del hipertexto y alcanzar las cotas de lo multimedia. No vamos a entrar aquí en si es o no es literatura, pero lo cierto es que como posibilidad ya existen ejemplos, y sobre la calidad, sean o no géneros nuevos o tonterías interconectadas, quizá todavía es demasiado pronto para juzgarlos. Como en cualquier ámbito creativo, las obras son buenas o son malas, sin entrar a valorar cómo o por quién están hechas, aparte de los gustos personales, claro. Desde las micronovelas para el iPhone, superventas en Japón, a otros ejemplos de la llamada webliteratura, se abren nuevas formas de expresión que hacen de los experimentos con nocilla algo obsoleto, si no lo eran ya antes. Son tales las diferentes posibilidades de leer hoy en día que se están creando plataformas para debatir estas nuevas formas de expresión que unen la literatura con las nuevas tecnologías. Un ejemplo muy reciente de esto es The Literary Platform. En España están haciendo un trabajo importante sobre literatura digital y electrónica desde el Portal de Literatura Electrónica Hispánica, alojado en el proyecto Cervantes Virtual, con un interesante blog sobre las novedades de estos nuevos posibles géneros.

Como es lógico, nuevas maneras de escribir y de leer conllevan nuevos modos de interpretar y pensar: En Portugal,José Afonso Furtado, desde una perspectiva textual,  desde una perspectiva más cercana a la filosofía con claras influencias derrideanas, están profundizando en las consecuencias de la hipertextualidad, los textos digitales, el metadato y cómo repercute no sólo en la creación textual sino también en un nuevo modo de pensar y entender el mundo, un nuevo mundo interconectado y multimedia que requiere una nueva revisión hermenéutica. Aquí, desde una perspectiva textual o de lectura, Antonio Rodríguez de las Heras o José Antonio Millán, entre otros, también dirigen su mirada en sus análisis a los cambios fundamentales que suponen tanto la lectura como la escritura digital.
 
 
 

Lectura responsable
 

A partir de ahora podemos, expectantes, observar hacia dónde se van a dirigir las palabras, en compañía de qué otros modos de representar una idea o una historia. Hasta dónde va a llegar el texto y cómo van a seguir afectando estos cambios a nuestra manera de leer. En pantallas. El debate sobre el libro y su mística  toma ahora un nuevo sentido cuando pensamos en las posibilidades de la lectura y escritura en o para las pantallas. El “ruido” que provocan las imágenes alrededor de un texto, las distracciones de un género interdisciplinar, multimedia o sencillamente hiperanotado son sólo tales si el lector no se compromete con lo que está leyendo. No es la primera vez que sugiero que este tipo de lectura no lineal requiere de un lector más responsable –más aún que lector de libros impresos-, que sepa conducirse durante la lectura.

Las posibilidades de lectura se han multiplicado. El tiempo que pasamos leyendo también, cualesquiera sean los tipos de texto. El genial George Steiner ha escrito, en un alarde de exageración aristocrática que a él se le puede permitir, que “los libros de bolsillo no forman una biblioteca”. Me temo que si miramos con esa perspectiva al futuro no vamos a tener ninguna biblioteca en casa y, sin embargo, nunca vamos a dejar de leer.
 
 
 
 
 
 
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